La Costurera Real

Ya han pasado 11 meses desde que tuvo inicio el  XIII Congreso Estatal y I Congreso Iberoamericano de Trabajo Social. Para este Congreso tuvieron la idea de buscar propuestas que mezclaran arte y Trabajo Social, dentro de lo que se llamó ParticipARTE Hubo distintas modalidades: Multimedia, fotografía y literario. Tuve la suerte de poder participar en la categoría de Relato y quedé en segundo lugar. Pero lo mejor de todo fue poder escribir sobre una profesión como la nuestra.
Me planteé la cuestión: ¿Cómo le explicaría a un niño qué es el Trabajo Social? Y salió esta historia que comparto con vosotros.

ParticipARTE – Modalidad RELATO LITERARIO BREVE
La costurera real

Con el brillo de la necesidad de conocimiento en los ojos, el hijo miraba al
padre en busca de repuestas que eran difíciles de contestar para un niño que
sólo contaba con seis años.

—¿A dónde vamos? —El hombre repitió la pregunta que le acababa de plantear
su hijo mientras se mesaba la barba—. ¿Conoces la historia de la costurera
real?

El niño negó con la cabeza repetidamente, sin dejar de mirarle con aquellos
ojos que pedían más y más.

—Había una vez una isla donde vivía una leñadora que trabajaba cada día,
procurando cortar mucha leña cada día para calentar las casas del pueblo para
el invierno que se acercaba –comenzó narrando la historia—. Un buen día,
levantando el hacha con fuerza y lanzando el golpe contra un roble fuerte, los
pantalones de la leñadora se rompieron. Y se encontró con un grave problema
pues no tenía otros.
»Fue preguntando una a una a las personas del pueblo cómo podía solucionar
su problema, pues sin pantalones no podía continuar su trabajo. Varios vecinos
le animaron a hablar con la Costurera Real. Por ello decidió encaminarse hasta
su taller, un lugar donde muchas personas se acercaban pues se decía que
aquella costurera podía arreglar desde un pantalón lleno de bolsillos hasta un
vestido adornado con cientos de volantes.

—¿Y pudo arreglar los pantalones a la leñadora?

—No seas impaciente —dijo su padre—. La Costurera Real era una mujer no más
alta que un poni, con una chaqueta morada y el pelo corto y negro sobre el que
reposaba un bombín del mismo color, lleno de alfileres y agujas, como si de un
erizo se tratase. La leñadora le explicó preocupada su problema, esperando
poder arreglar lo antes posible sus pantalones, la costurera escuchó
pacientemente su historia y tras terminarla le preguntó:
»—¿Te levantas cuando el sol sale?
»—No, las cortinas son largas y no dejan pasar la luz, por lo que suelo
despertarme cerca del mediodía, cuando el sol se ha colocado en el cielo.
»La costurera asintió seria.
»—¿Cuál es el trabajo más difícil que te ha tocado hacer como leñadora?
»—Una vez —se extrañó de la pregunta si el problema eran sus pantalones
rotos, pero respondió mientras hacía memoria–, talé un arce para hacerme una
cama, la madera era dura y había que cortarla en trozos grandes para trabajar
en ella construyéndola sin problemas. Además como la cama era para mí me
esforcé en que fuese lo más perfecta posible. Tardé más de un mes en tenerla
hecha, pero aún hoy y a pesar de los años que han pasado sigo utilizándola.
»—Entiendo —reflexionó la costurera—. Tres son las cosas que vas a tener que
hacer para arreglar esos pantalones —dijo poniéndose en pie y quitándose el
sombrero que era en realidad un alfiletero del que sacó una aguja con hilo
enhebrado en ella–: La primera es esta aguja que yo te doy y que te ayudará
con tu tarea, la segunda será cortar un trozo de las cortinas que tapan las
ventanas donde duermes, no será un trozo grande pero sí lo suficiente para
tapar el agujero del pantalón; lo tercero será ir a ver a la pirata que habita en
las costas y pedirle que te enseñe a remendar, tiene experiencia cosiendo
parches y estoy segura de que te será más fácil aprender que cortar leña para
construir aquella cama en la que aún duermes

—Pero —interrumpió el niño la historia parándose en seco y mirando extrañado
al padre—, ¿por qué La Costurera Real no cosió directamente los pantalones a
la leñadora? ¿No hubiera sido más fácil?

—Porque si estos se hubieran roto de nuevo ¿no crees que será más rápido
que los cosa ella misma que tener que volver a verla para que los cosa otra
vez?

—¿Y por qué la pirata es quien le enseña a coser? ¿Es que la Costurera Real
no quiere hacerlo?

El padre miró sorprendido a su hijo, con aquellas preguntas se daba cuenta de
lo que infravaloraba a su pequeño sólo por contar con unos pocos años,
cuando en realidad se trataba de un niño despierto y atento a cada detalle.

—Si la leñadora no hubiera tenido pantalones —explicó el padre—, la costurera le
hubiera hecho unos a medida, pero sí que los tenía. Hay muchas personas con
muchos problemas distintos y cada uno necesita una ayuda diferente, a veces
llegaban personas con rotos, a veces con descosidos y en otras ocasiones la
persona no tenía ropa con la que poder vestirse. Por ello La Costurera de vez
en cuando cuenta con otras personas.

El niño pareció satisfecho con la respuesta y sonrió. Sin embargo, a
continuación volvió a mirar a su padre con la duda aún en sus ojos.

—¿Y a dónde vamos? —quiso saber, pues aquella duda aún no se había
resuelto.

—A ver a la Trabajadora Social, que es como la Costurera Real, pero que nos
ayudará a que podamos remendar el problema que tenemos en casa en vez de
un pantalón.

—¿Llevará sombrero?

—Quién sabe —se encogió de hombros el padre—. Quizás —sonrió.


 

Os dejo el enlace de Los premios ParticipARTE dentro del Congreso. El manojo de nervios a partir del minuto 5.28 soy yo.